Carmen Moriyón: Entre promesas incumplidas y decisiones que polarizan
Carmen Moriyón: Entre promesas incumplidas y decisiones que polarizan.
El soterramiento de El Muro y el carril bici: entre la improvisación y la controversia.
El soterramiento de El Muro, uno de los proyectos estrella de Moriyón, ha sido calificado por muchos como una "barbaridad" tanto por su coste estimado como por su viabilidad técnica. La propuesta no solo carece de un presupuesto detallado o un cronograma claro, sino que también ha generado divisiones en la ciudadanía, que cuestiona si este tipo de megaobra responde a las necesidades reales de Gijón. Además, especialistas en urbanismo han señalado que podría tener un impacto negativo en la movilidad y el entorno costero.
Por otro lado, el carril bici, que debería haber representado un avance hacia la sostenibilidad urbana, ha generado más problemas que soluciones. Su diseño poco funcional y la falta de planificación han provocado quejas de peatones, conductores y ciclistas, evidenciando una desconexión entre las decisiones de la administración y las necesidades del día a día de los gijoneses.
Promesas y proyectos fallidos.
Arbolado: un saldo negativo que impacta al medio ambiente.
La ausencia de un censo del arbolado urbano ha permitido que los árboles talados superen ampliamente a los replanteados. Colectivos ecologistas han denunciado la falta de transparencia y planificación en la gestión ambiental, subrayando que Gijón está perdiendo su identidad verde.
Cámaras de seguridad y zonas rurales olvidadas.
Moriyón prometió instalar cámaras de seguridad en las áreas rurales para mejorar la vigilancia, pero estas siguen sin materializarse. Los vecinos de estas zonas se sienten abandonados, mientras los problemas de seguridad persisten sin que la administración local adopte medidas concretas.
Recuperación de los depósitos de Roces: un proyecto fantasma
La regeneración de los antiguos depósitos de Roces, presentada como un pilar de su plan urbanístico, continúa paralizada. Este espacio sigue siendo un recordatorio del abismo entre los compromisos anunciados y la realidad.
Proyectos mal gestionados y decisiones cuestionables
El Puerto y el túnel del Vial de Jove.
El costoso pago por terrenos del Puerto, que aún permanecen sin uso, ha sido una de las decisiones más criticadas. En paralelo, Moriyón descartó el túnel del Vial de Jove, argumentando riesgos para las viviendas cercanas, pero no contempló aprovechar el túnel existente en Aboño como solución alternativa. Esta incoherencia ha generado dudas sobre su capacidad para gestionar infraestructuras clave para la ciudad.
Divertia y la politización de la cultura.
El cambio de mayorías en el consejo de Divertia ha despertado sospechas de instrumentalización política. Este movimiento favorece la consolidación de un gerente alineado con sectores ultraconservadores, generando críticas por el uso partidista de una institución pública.
Cultura y urbanismo: promesas sin rumbo.
Tabacalera y Cimadevilla.
La falta de un plan definido para la Tabacalera, un edificio emblemático, y la inacción en la revitalización del barrio histórico de Cimadevilla son claros ejemplos de una gestión urbanística desarticulada. Estas áreas, fundamentales para la identidad de Gijón, siguen en estado de abandono.
El fiasco de la cúpula de El Bibio y la Filmoteca.
El proyecto de la cúpula de la plaza de toros de El Bibio resultó ser un fiasco financiero que aún no ha sido resarcido. Por su parte, la desaparición de la Filmoteca sigue siendo un punto de fricción cultural, con Moriyón incapaz de encontrarle un destino que haga justicia a su legado.
Conclusión: un balance negativo.
Carmen Moriyón ha protagonizado una gestión que deja a Gijón con más preguntas que respuestas. Desde proyectos que polarizan, como el soterramiento de El Muro, hasta promesas incumplidas en áreas clave como el medio ambiente, la seguridad o la cultura, su mandato refleja una preocupante desconexión entre las palabras y los hechos.
Los gijoneses no solo demandan explicaciones, sino también soluciones reales que transformen la ciudad de manera coherente y sostenible, alejándose de políticas grandilocuentes que generan más problemas que beneficios. Moriyón, por ahora, parece estar lejos de cumplir con esas expectativas.