Carmen Moriyón: La Gestión de lo Público al Servicio de lo Privado

Carmen Moriyón: La Gestión de lo Público al Servicio de lo Privado.



En la actual administración de Gijón, la alcaldesa Carmen Moriyón ha consolidado un modelo de gestión caracterizado por priorizar intereses privados en detrimento del bienestar colectivo. Desde la organización de las fiestas locales hasta la gestión del medio ambiente, la vivienda y la cultura, las decisiones tomadas parecen responder más a estrategias de rentabilidad económica que a una verdadera vocación de servicio público. A continuación, se analizan algunos de los casos más emblemáticos y preocupantes.



Fiestas locales: mercantilización del espacio público.

El paseo de Begoña, tradicionalmente un lugar de encuentro ciudadano, se ha convertido en un escaparate comercial durante las fiestas locales. Las actividades públicas que fomentaban la cohesión vecinal han sido sustituidas por ferias y eventos gestionados por empresas privadas, restringiendo el uso y disfrute del espacio público para quienes no participen en actividades de consumo. Mientras tanto, barrios como Pumarín, Contrueces o Roces ven cómo sus plazas y parques permanecen descuidados, con aceras deterioradas, bancos inutilizables y zonas verdes abandonadas.


Plaza de toros: un símbolo polémico.

La apuesta de Moriyón por revitalizar la plaza de toros para eventos empresariales contrasta con su despreocupación por fomentar las manifestaciones culturales autóctonas, como la música y el teatro en asturiano. Este espacio ha albergado actos con connotaciones ideológicas contrarias a los valores democráticos, mientras iniciativas culturales locales carecen de apoyo. Además, el presupuesto destinado a este proyecto refuerza la percepción de que el entretenimiento elitista tiene prioridad sobre las necesidades culturales de la mayoría.


Medio ambiente: decisiones contradictorias.

El enfoque medioambiental de la alcaldesa ha sido una de las áreas más controvertidas. Por un lado, permite el acceso rodado por la avenida Rufo García Rendueles, aumentando la contaminación en una ciudad que ya supera los niveles recomendados de partículas en el aire. Por otro lado, elimina proyectos clave como la zona de bajas emisiones, agravando los problemas de salud pública en barrios como La Calzada y Tremañes, donde la calidad del aire es alarmante. Mientras tanto, Somió, una de las zonas más acomodadas, recibe beneficios en infraestructura que facilitan aún más el acceso rodado a costa del bienestar general.


Deporte: prioridades desequilibradas.

El proyecto para reformar el estadio de El Molinón, en colaboración con entidades privadas, ha sido presentado como una gran apuesta para la ciudad. Sin embargo, el abandono de instalaciones deportivas populares, como las dedicadas al fútbol sala o al atletismo, revela un desequilibrio en la asignación de recursos. Mientras se buscan fondos para modernizar infraestructuras asociadas a eventos mediáticos, los deportes base, que cuentan con un amplio seguimiento en los barrios, carecen de mantenimiento y apoyo económico.


Vivienda: especulación sobre necesidad.

La gestión del suelo público en Gijón pone en evidencia la falta de un plan real para combatir la crisis habitacional. En lugar de priorizar el alquiler social para personas en riesgo de exclusión, se fomenta la construcción de proyectos inmobiliarios orientados al mercado libre. Este modelo no solo agrava las desigualdades existentes, sino que también evidencia una falta de compromiso con las políticas de acceso universal a la vivienda.


Turismo y hostelería: precarización laboral y gentrificación.

La promoción de Gijón como destino turístico, especialmente en eventos como la Feria de Muestras, ha sido utilizada como bandera de éxito por la administración. Sin embargo, este modelo ha derivado en la precarización laboral de muchos trabajadores del sector hostelero, que enfrentan condiciones laborales injustas, así como en la gentrificación de zonas céntricas, expulsando a vecinos de toda la vida debido al aumento del costo de vida.


Educación y juventud: el olvido institucional.

La inversión en programas educativos y actividades juveniles ha caído en picado. Centros municipales que anteriormente ofrecían talleres, bibliotecas y espacios de estudio han visto reducida su financiación, mientras se priorizan convenios con empresas privadas para proyectos menos inclusivos. Este abandono se refleja también en la falta de apoyo a asociaciones juveniles que trabajan en los barrios para prevenir el absentismo escolar y fomentar el acceso a actividades culturales y deportivas.


Patrimonio histórico: la desidia hacia lo común.

El patrimonio histórico de Gijón no ha sido una prioridad para esta administración. Elementos emblemáticos como la muralla romana, el barrio de Cimavilla o incluso el Museo Evaristo Valle se han visto afectados por una falta de mantenimiento que pone en riesgo su conservación. En contraste, se destinan recursos a proyectos de interés privado, alejados de la protección de la identidad histórica de la ciudad.


Transporte público: un servicio en decadencia.

El transporte público, esencial para una ciudad sostenible, ha experimentado un retroceso evidente. La falta de renovación de flotas de autobuses, horarios ineficientes y la ausencia de nuevas líneas perjudican especialmente a los barrios periféricos, donde muchas personas dependen de este servicio. Mientras tanto, la inversión en infraestructura para vehículos privados continúa creciendo.


Concluyendo: un modelo insostenible.

La gestión de Carmen Moriyón ha puesto de manifiesto una orientación hacia el beneficio privado que deja de lado las necesidades fundamentales de la ciudadanía. Desde la cultura hasta el medio ambiente, pasando por la vivienda y el deporte, su administración prioriza proyectos lucrativos a corto plazo mientras ignora los derechos colectivos y el bienestar a largo plazo. Si Gijón quiere ser una ciudad inclusiva, sostenible y con futuro, necesita una gestión que defienda lo público como un bien común, no como una mercancía.

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