El doble rasero en la política: Ana Millán protegida pese a las pruebas, José Luis Ábalos perseguido sin fundamentos
"El doble rasero en la política: Ana Millán protegida pese a las pruebas, José Luis Ábalos perseguido sin fundamentos”
La comparación entre los casos de Ana Millán y José Luis Ábalos pone de manifiesto una diferencia notable en el trato que reciben los políticos dependiendo de su afiliación partidista y las pruebas existentes en su contra. Mientras que Millán parece contar con cierto trato de favor pese a las evidencias en su contra, Ábalos ha sido objeto de acoso político y mediático sin pruebas sólidas que lo respalden.
Caso de Ana Millán.
Ana Millán, exalcaldesa del PP en Arroyomolinos, está siendo investigada por presuntos delitos de corrupción que incluyen prevaricación y malversación. Sin embargo, pese a que existen pruebas concretas contra ella, como grabaciones y documentos que vinculan su gestión con posibles adjudicaciones irregulares a empresas de su círculo cercano, el trato hacia ella ha sido relativamente indulgente:
1. Pruebas evidentes: Hay grabaciones que sugieren un claro uso indebido de su posición y documentación que respalda las acusaciones.
2. Ausencia de medidas contundentes: A pesar de las evidencias, su partido no ha tomado medidas drásticas contra ella, permitiendo que se mantuviera en posiciones relevantes hasta que el caso escaló.
3. Trato discreto en los medios: Aunque el caso tiene implicaciones graves, la cobertura mediática ha sido moderada en comparación con otros escándalos.
Esto refuerza la percepción de que algunos casos de corrupción son tratados con menor severidad dependiendo de la afiliación política.
Caso de José Luis Ábalos.
Por otro lado, José Luis Ábalos, exministro del PSOE, ha sido objeto de una intensa campaña de acoso político y mediático, a pesar de que no existen pruebas concretas de irregularidades en su contra. Las polémicas en torno a su figura incluyen:
1. Caso Delcy Rodríguez: Se le acusó de permitir la escala de la vicepresidenta de Venezuela en Madrid en 2020, pero no se presentó ninguna evidencia de que violara la ley. Este asunto fue más un ataque político que un caso jurídico.
2. Sospechas infundadas: Recientemente, se han insinuado posibles irregularidades durante su gestión como ministro, pero ninguna de estas acusaciones ha derivado en procesos legales ni se han aportado pruebas verificables.
3. Cobertura mediática desproporcionada: Las críticas hacia Ábalos han sido amplificadas por sectores mediáticos y políticos opositores, incluso en ausencia de evidencias formales.
Esta situación refleja un nivel de persecución política que no se sostiene legalmente y cuyo único objetivo parece ser desgastar la imagen del exministro.
Comparación clara.
1. Pruebas disponibles:
Millán: Existen pruebas documentadas y grabaciones que sustentan las acusaciones de corrupción.
Ábalos: No hay evidencias concretas ni imputaciones formales, solo sospechas alimentadas políticamente.
2. Reacción política y mediática:
Millán: Ha recibido un trato más indulgente, con menor presión pública y mediática, pese a las pruebas en su contra.
Ábalos: Ha sido objeto de una intensa campaña de ataques y cuestionamientos sin pruebas, lo que apunta a un intento de desgaste político más que a una búsqueda de justicia.
3. Impacto en la percepción pública:
Millán: La falta de medidas contundentes refuerza la percepción de protección dentro de su partido.
Ábalos: La persecución mediática ha afectado gravemente su imagen, aun cuando no existen fundamentos legales que lo justifiquen.
Conclusión.
El caso de Ana Millán muestra cómo un político puede beneficiarse de un trato de favor incluso en presencia de pruebas claras de corrupción, mientras que José Luis Ábalos es un ejemplo de acoso político y mediático sin sustento probatorio. Esto evidencia un doble estándar en el tratamiento de los casos dependiendo del partido y las circunstancias, lo que genera un desequilibrio en la percepción pública de la justicia y la ética en la política española.